En sus inicios, las redes sociales eran un entorno digital donde los usuarios compartían sus publicaciones o alguna idea, pero podían estar exentos de socializar. A día de hoy, esto ya no es así. La realidad es que, poco a poco, con sus desarrollos y actualizaciones, no solo forman parte del ocio, sino que también se han convertido en una herramienta que las empresas utilizan cada vez más para alcanzar sus objetivos, desde marcas emergentes hasta grandes y prestigiosas firmas de productos de lujo.
Pero, ¿cómo afecta esto a nuestros jóvenes? Es innegable que la gran mayoría de la población ya está influenciada por la publicidad en las redes sociales. Sin embargo, las generaciones más afectadas por este fenómeno son la Z (nacidos entre 1997 y 2010) y la Alpha (2010-actualidad). Estas generaciones han crecido con la tecnología y han sido testigos de la evolución de las redes sociales. En particular, la generación Alpha es la primera nativa digital de este avance tecnológico, ya que ha estado inmersa en él desde el principio, con solo un clic. Por tanto, estas dos generaciones están más afectadas que las que las preceden.
Las redes sociales y los influencers se han convertido en uno de los canales y caras más importantes para una marca hoy en día, logrando en muchos casos resultados muy positivos, especialmente entre las generaciones mencionadas anteriormente. Estas generaciones se guían más por las tendencias creadas en las redes o impulsadas por empresas en estas plataformas. Por tanto, una buena publicidad en ellas puede ser de gran ayuda y producir resultados efectivos. En cambio, una publicidad negativa puede, en los casos más graves, derivar en una crisis para la empresa, afectando su imagen y sus relaciones públicas.
Un ejemplo de las tendencias que se han creado es el famoso “skincare”. Aunque el cuidado de la piel no es algo nuevo, este fenómeno se ha centrado principalmente en el cuidado de la piel del rostro, como su propio nombre indica. Sin embargo, al convertirse en una tendencia, no solo ha sido utilizada por personas que realmente deberían usar estos productos, teniendo en cuenta factores como la edad o el tipo de piel.
De hecho, la generación Alpha, que en la actualidad tiene un rango de edad en el que el más mayor no supera los 14 años, tiene acceso directo a redes sociales como TikTok e Instagram, que son las plataformas más populares. Al observar esta tendencia, muchos jóvenes han querido participar en ella, utilizando productos que, debido a su corta edad, podrían resultar más perjudiciales que beneficiosos. Esto ha generado preocupación entre expertos en diversas plataformas, aunque las empresas cosméticas han sido las principales beneficiadas, ya que sus ventas han aumentado considerablemente, lo que ha incrementado sus beneficios.
Por otro lado, también existe un lado negativo de este fenómeno, especialmente cuando nos centramos en la figura de los influencers. Aunque esta profesión es relativamente "nueva" y no todos la aceptan como tal, tiene sus orígenes en los años 2000 con la creación de blogs, pero no fue hasta 2010 cuando empezó a ganar relevancia hasta llegar a lo que conocemos hoy. Las marcas han aprovechado esta tendencia para reforzar una falsa sensación de cercanía a través de estas figuras. Una buena elección de influencer puede traducirse en un incremento directo de beneficios y en una mejora de la imagen de la marca. Sin embargo, lo contrario también puede ocurrir, generando un problema.
Un ejemplo de esto es el caso de la influencer Lola Lolita en una campaña de Ausonia contra el cáncer de mama. A través de su cuenta de Instagram, la influencer promocionó e informó sobre el tema, pero utilizó términos inadecuados para transmitir su mensaje, lo que le valió críticas del público. Esto, a su vez, perjudicó la imagen de la marca, cuestionándose la elección de dicha influencer para dar voz a una causa tan importante, lo que resultó en una repercusión negativa para la empresa.
En conclusión, las redes sociales tienen un gran impacto en los jóvenes. Aunque ofrecen oportunidades a las marcas para conectar con su público y crear tendencias, también conllevan grandes riesgos, como la presión social y la necesidad de formar parte de algo que podría no ser adecuado, debido al fácil acceso que tienen los más jóvenes. Por ello, las marcas deben asumir la responsabilidad de elegir cuidadosamente a los influencers y decidir cómo van a comunicar sus mensajes para que sean claros y seguros.
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