Esta tecnología puede generar entornos 3D interactivos y diseñar mecánicas de juego que los desarrolladores pueden ajustar según sus requerimientos.
Microsoft ha llevado la inteligencia artificial (IA) al mundo de los videojuegos. Aunque la compañía lleva años explorando su aplicación en este sector, su apuesta se reforzó en 2023 tras la adquisición de Activision Blizzard y el impacto de ChatGPT. Hasta ahora, la IA se usaba en ciertos aspectos del desarrollo, pero aún no podía adaptarse plenamente a las necesidades de los creadores de videojuegos. Eso está cambiando.
Microsoft Research ha presentado este miércoles en la revista Nature a Muse, el primer modelo de acción humana y mundial (WHAM, por sus siglas en inglés). Se trata de una avanzada IA capaz de generar no solo imágenes, videos o voz, sino también entornos 3D completamente interactivos y modificables, con un nivel de precisión propio de un desarrollador con años de experiencia en la industria. Muse puede diseñar mapas, personajes y sus físicas con gran facilidad, siempre que disponga de una base de datos extensa de la cual extraer información.
Hasta ahora, la IA en los videojuegos se utilizaba principalmente para la creación de elementos estéticos, como atuendos y accesorios (‘skins’), o para generar doblajes de personajes, pero siempre siguiendo instrucciones específicas establecidas por los desarrolladores. Cualquier intento de modificación solía derivar en resultados desordenados e impredecibles. Muse marca un cambio significativo en este enfoque.
A diferencia de otras IA, Muse es capaz de generar nuevas mecánicas jugables que se integran de manera natural con las ya existentes, como si fueran creadas por un desarrollador con años de experiencia en el proyecto. Para lograrlo, la herramienta ha sido entrenada con aproximadamente 500.000 partidas de Bleeding Edge, un juego multijugador de batallas, lo que equivale a siete años de experiencia.
Los investigadores descubrieron que Muse podía diseñar secuencias de videojuegos 3D complejas, manteniendo la coherencia con las mecánicas originales de Bleeding Edge. Además, su capacidad para crear entornos variados y detallados permite a los desarrolladores ajustar y perfeccionar cada aspecto del diseño de niveles según sus necesidades.
Esto es posible gracias a su capacidad de pensamiento divergente, una habilidad que hasta ahora ha sido una de las principales limitaciones de la IA en la industria del videojuego. Katja Hofmann, creadora del modelo WHAM, junto con su equipo, entrevistó a 27 desarrolladores de distintos estudios para comprender mejor sus necesidades.
Hofmann y su equipo también han creado el WHAM Demonstrator, una interfaz visual de código abierto diseñada para que los usuarios puedan interactuar con los resultados del modelo WHAM y personalizarlos, de manera similar a cómo se trabajan los proyectos en un motor gráfico de videojuegos o en software de edición de vídeo. Además, WHAM Demonstrator se lanzará públicamente para que cualquier desarrollador interesado pueda explorarlo y experimentar con sus funciones.
El funcionamiento de Muse se basa en tres principios fundamentales: consistencia, diversidad y persistencia.
La consistencia se refiere a la capacidad del modelo para generar secuencias de juego que respeten las reglas y dinámicas establecidas. Por ejemplo, un personaje se moverá de manera coherente con las órdenes del jugador, no atravesará paredes y seguirá correctamente las leyes físicas del juego.
La diversidad permite a Muse crear múltiples versiones de una misma secuencia. Por ejemplo, en un mapa determinado, la IA puede generar varias rutas alternativas, modificar el ángulo de la cámara o cambiar la distribución de los objetos para ofrecer diferentes experiencias dentro de un mismo entorno.
Por último, la persistencia garantiza que las secuencias generadas por la IA puedan adaptarse sin perder estabilidad cuando los desarrolladores realizan modificaciones. Al añadir nuevos elementos, como plataformas de salto, objetos interactivos o personajes adicionales, Muse integra estos cambios de forma natural, como si hubieran sido parte del diseño original.
Los creadores de Muse destacan que, dado que la IA aprendió a generar secuencias únicamente a partir del juego, sin necesidad de conocimientos previos, su tecnología podría adaptarse fácilmente para diseñar niveles en otros videojuegos. Esto la haría especialmente útil en títulos de servicio continuo, como Fortnite o League of Legends, donde la demanda de contenido nuevo es constante para satisfacer las expectativas de los jugadores.
No obstante, los investigadores aclaran que herramientas como WHAM no están diseñadas para reemplazar el proceso de diseño de videojuegos, sino para complementarlo. En lugar de sustituir a los desarrolladores, Muse les permite ampliar su creatividad y optimizar los tiempos de producción, facilitando el desarrollo de nuevas ideas sin comprometer la calidad del resultado final.
En cuanto a su implementación en futuros videojuegos, Xbox ya ha comenzado a explorar la integración de IA en algunos proyectos. Aún queda por ver si otros estudios seguirán este camino, pero todo apunta a que la industria avanzará progresivamente hacia el uso de estas herramientas.
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